Era 1999 y celebrábamos la llegada de Google a nuestra vida, cantábamos “Baby One More Time” de Britney Spears, nacía el Euro, se lanzaba al mercado el procesador Pentium III y Elsa Ávila conquistaba el Éverest, -la primera mujer mexicana-.
“Avísales a todos que no vayan a llamar, porque me voy a conectar”, así tras varios teclazos, iniciaba ese ruido característico del modem intentando conectarse una y otra vez, ¡hasta que lo conseguías!
“Pásame rápido el archivo con los planos antes de que se desconecte”
Tac, tac, tac, tac, . . . tac, tac, tac, tac . . . tac, tac . . . tac, ¡ENTER! ¡Listo! Ya se fue.
A pesar de que te llevabas más de una hora, todo era fascinante.
¿Cómo era posible, primero, substituir semanas por días para dibujar un plano?
¿Cómo era posible substituir mínimo, 5 horas de impresión, doblado, preparación y llevarlo a la paquetería en tan sólo una hora?
A los amigos les decíamos: “Lo he hecho en internet” y entonces te miraban raro, te decían que estabas loc@ y nunca te creían.
Pero así, con todo y que no nos creían, iniciamos esa aventura llamada Dypesa, nuestra misión: “Conquistar el Mundo”.
Teníamos todo: ilusión, entusiasmo y ganas de salir adelante. Unas cuantas monedas, una computadora (que nos costó 17,000 pesos), de esas color crema, que sólo el monitor abarcaba una mesa completa, un teclado duro y un mouse con bolita a la que había limpiar constantemente para seguir dibujando, pero nada nos iba a detener.
Con el tiempo, adquirimos una impresora y al final un Plotter para entregar los planos y así empezamos a darnos cuenta de que no, no conquistábamos al mundo, hacíamos más que eso: transformábamos la forma de vida de las personas.
Así como el internet lo hizo con nosotros, cada vez que llevábamos electricidad a un pueblo, también llevábamos luz y la posibilidad de estudio a las nuevas generaciones, dábamos la oportunidad de tener vacunas y no viajar a la ciudad, y abríamos la posibilidad a alguien de conectar un refrigerador o un motor para emprender su propio negocio.
Cada vez que diseñábamos o fabricábamos una máquina abríamos más oportunidades de empleo.
Hoy y siempre habremos de recordar aquello para lo que nacimos: ¡mover a México y ayudar a transformar la vida de las personas con energía!